
- Ubicación: Sudán (3.000.000) , Chad (2.400.000), Nigeria (2.300.000), Camerún (180.000), Níger (150.000), República Centroafricana (110.000).
- Población: Sobre los 8,5 millones.
- Idioma: Shuwa, Árabe chadiano, árabe sudanés.
- Religión: Islam sunní.
Indice
Quiénes son los baggara.
Por baggara o baqqarah se conoce al colectivo que los sudaneses aplican al conjunto de tribus nómadas que apacientan rebaños en las secas sabanas ubicadas entre el río Nilo y la frontera con Chad. Los baggara los podemos considerar como tribus beduinas y nómadas sin estado propio.
La denominación de baggara entiende múltiples tribus.
Con una cultura afín y lejana afinidad histórica entre sí, los baggaras descienden de los árabes, hablan el árabe y son musulmanes.

Los baggaras tienen sangre árabe, si bien por su aspecto parecen menos semitas que sus vecinos del norte, dueños de camellos.
No obstante, con los siglos la mezcla con los esclavos de las tribus nuba y nilótica del sur ha contribuido a nivelar las dos razas. En nuestros días es bastante difícil estimar diferencias físicas, en tanto que el tono de su piel es muy similar. Esto les ha llevado a un cierto grado de racismo en la misma tribu, cuanto más clara es la piel, mejor.
Dónde habitan los baggaras.
Se encuentran un área meridianamente definida.

Al norte de la sabana seca está el semidesierto donde las lluvias, si bien suficientes para la cría de camellos, no dan pastos apropiados para las vacas.
Al sur, la sabana húmeda, cubierta de bosques, no solo es demasiado cenagosa para sostener grandes manadas sino la mosca tse-tsé y las nubes de mosquitos hacen la vida inaguantable para los animales.
Sus fronteras fueron fijadas a inicios del siglo XX por el condominio de Egipto y G. Bretaña, cuyos gobiernos se mostraron excepcionalmente desprendidos estimando que los baggaras habían sido los pilares más firmes de los Mahdi y los más bravos guerreros en sus campañas militares de la década del año 1880.
Principales aeropuertos de la región donde habitan los Shuwa.
Debido a la gran extensión de terreno por en la que es posible encontrarse con baggaras, en el que se incluyen varios paises, el número de aeropuertos también es bastante numeroso. Los principales no obstante, para aquellos que llegan desde el extranjero serían los siguiente.
- Aeropuerto Internacional de Jartum en Sudán.
- Nuevo Aeorpuerto Internacional de Sudán.
- Aeropuerto Internacional de Yamena en Chad.
- Aeropuerto Internacional de Yuba en Sudán del Sur.
Procedencia del término baggara.
Hay teorías que intentan explicar por qué razón vinieron a vivir a una tierra donde se ven forzados a criar vacas y no camellos.
Se ha dicho que pudieron ser parte de movimientos migratorios circulares apartados hacia el oeste, por la costa norteafricana hasta Túnez, cruzando el Sahara, para regresar nuevamente al este, o bien quizás llegaron en el siglo XIV con la invasión árabe del valle del Nilo.
Un pueblo nómada. Movimientos migratorios.

Las migraciones anuales de los baggaras prosiguen una trayectoria bien definida.
En el mes de diciembre, cuando escasean los pastos y se secan los ríos y las fuentes, se trasladan al sur en pos de praderas frescas.
Reúnen a sus reses en grandes rebaños con el fin de que no se entretengan paciendo y se desplacen de manera rápida.
A últimos de febrero, el calor comienza a castigar la zona. Es la estación más dura y bastante difícil del año.
La escasez de agua les fuerza a llevar nuevamente sus ganados a los pozos permanentes, donde deben extraer a mano el agua precisa para los animales, que en ocasiones deben desplazarse muchos quilómetros día a día para encontrar buenos pastos.
Tras el largo y duro estío, los baggaras recorren grandes distancias en pos de la pasto reciente, fin junio, completada la migración al norte, vuelven a estar en sus campamentos de mayor permanencia.
En el mes de abril, con la llegada de las primeras lluvias y las moscas y mosquitos, empieza la lenta migración cara el norte.
Si puede hablarse de algún sitio de asentamiento de la tribu es este, donde tienen pequeñas parcelas abonadas con el estiércol de los animales y plantadas de mijo y aneas.
Las lluvias que el viento empuja al norte traen mosquitos, el terreno se vuelve cenagoso y tras unas semanas se ven forzados a trasladarse nuevamente.
Esta vez, no obstante, solo los pastores se dirigen todavía más al norte, mientras que esposas y también hijos se quedan para cuidar a las cosechas.
Terminadas estas faenas, se dirigen al norte para unirse a los rebaños.
A fines de septiembre los baggaras retornan al sur y llegan en el mes de octubre a los campos sembrados de mijo, donde cercan a los animales en setos para eludir que devasten sus cosechas, que se recogen en el mes de noviembre y diciembre.
Terminada la cosecha, el ganado pace en los rastrojos. Con el final del año empieza nuevamente el ciclo migratorio.
Las diferentes tribus que componen este pueblo se rigen individualmente por sus jefes sin formar poder político ni económico alguno.
Cada tribu puede tener, conforme su tamaño, uno o 2 jefes llamados Nazirs, quienes llevan las bridas del poder y son el eslabón directo entre la tribu y las autoridades locales del Gobierno central de la ciudad de Jartum.
Las tribus se dividen en conjuntos llamados Omodeya, administrados por un Omida, con poderes equivalentes a los de los jeques y encargados de colectar los impuestos y dictar sentencias.
El surra.
Existen todavía otras subdivisiones hasta la unidad más pequeña, el surra que es un conjunto de personas con un ancestro común que se remonta a cinco o seis generaciones.

El surra es el conjunto ideal para las migraciones con los ganados pero por motivos prácticos acostumbra a dividirse en dos o tres campamentos que viajan siempre juntos.
Rara vez los campamentos se levantan en forma circular y se acomodan en su tamaño al número de familias que componen el surra.
Cuando se estropean, las tiendas de campaña se sustituyen por otras nuevas. De estructura semiesférica, a base de estacas que cortan y preparan en cada emplazamiento, se cubren con cortezas de árbol para conservarlas del viento.
Los ricos que tienen 2 y 3 mil cabezas de ganado viven en las mismas condiciones que sus vecinos más humildes.
Su vida está dedicada al cuidado de los animales, que les dan leche, a veces carne. Esto ocurre básicamente cuando reciben a un huésped de honor y como es natural, les sirven de medio de transporte.
Los hombres montan a caballo en sus desplazamientos y emplean asnos para llevar el agua de un sitio a otro. Las cabras y ovejas les dan carne y los perros adiestrados, en resumen, guardan sus campamentos.
Poquísimos llegan a tener las grandes manadas de reses que en ocasiones suman múltiples millares. Cuanto más grande es la manada, mayor es la riqueza, el prestigio y el número de familiares y asistentes agrupados cerca de un mismo campamento.
Esto por su parte conduce al poder político en la tribu y las mujeres se sienten atraídas por el dueño de grandes rebaños, que puede tomar hasta 4 esposas.

Las grandes manadas de ganado ha generado serios problemas. Con las modernas técnicas veterinarias y agrícolas, los baggaras han visto acrecentar el número de sus animales, no dezmados ya por las epidemias, pero con problemas de pastos.
Costumbres y tradiciones.
El baggara proseguirá la costumbre de tomar a su prima por esposa, pero si desea casarse con una segunda, la procurará de piel clara.
No obstante, los rasgos semíticos de los baggaras son aún evidentes.
Sus cuerpos, duros y flacos, marcados por la vida que llevan y sus caras atravesadas por arrugas reflejan la incesante exposición al sol.
Se envuelven sus cabezas, en general afeitadas para prevenir piojos y parásitos, en un largo turbante blanco, que oculta un pequeño gorro.
Los hombres llevan una túnica hasta las pantorrillas y pantalones con rodilleras. Sus vestidos holgados se amoldan estupendamente al calor del verano.
Sus zapatos de piel de vaca, protegidos con robustas suelas, les evitan hundirse en la arena al caminar.

Los hombres llevan una suerte de amuletos llamados wadjar, pequeñas bolsas de cuero con fragmentos del Corán, que les resguardan, según ellos, contra la muerte violenta y las enfermedades.
Cuando salen del campamento se proveen de arpones y flechas para defenderse de los leones y leopardos que acostumbran a agredir a los rebaños. Asimismo llevan armas para resguardarse de los ocasionales oponentes que pueden hallar en el camino.
El matrimonio.
El baggara adquiere la mujer con la que desea casarse con ganado que entrega a los progenitores de la novia.

Ésta, por su parte, debe ser virgen, lo que se garantiza a través de la infibulación o cosido de la vagina a los 8 o bien 9 años.
Las mujeres casadas, si bien sometidas a un trabajo duro, son tratadas con respeto. La tienda y los bártulos familiares son de su propiedad.
El baggara que tiene más de una esposa, tiene que administrar una tienda a cada una y tratarlas a todas y cada una por igual. Si una de ellas recibe un regalo el resto tienen exactamente el mismo derecho. El esposo, en resumen, debe repartir equitativamente las noches entre todas y cada una.
Los maridos guardan celosamente a sus esposas, aunque el modo de vida baggara no deja sostenerlas en todo momento observadas.
Éstas juegan un papel esencial en el campamento, levantando y desarticulando las tiendas, ordeñando las vacas y haciendo las faenas domésticas.
La mujer baggara.
No son las reservadas y furtivas criaturas del edén, ni llevan velos. Prácticamente siempre dejan sus senos desnudos, si bien cuando hay huéspedes convidados acostumbran a cubrírselos.

Periódicamente refriegan su pelo, recogido en pequeñas trenzas, con manteca líquida.
Con una pieza de lona azul obscuro envuelven sus cinturas para formar una suerte de falda.
Ciertas mujeres llevan anillos en la nariz y prácticamente todas lucen cuantos brazaletes y collares de oro y plata pueda obsequiarles su marido.
Las joyas son el signo más tangible de la riqueza de los baggaras y conforme la religión musulmana las mujeres son inviolables y no corren riesgo de hurto.
En contraste a los beduinos, a las mujeres no se las encierra en uftas o cobertizo presto a lomos de los camellos, cuando se trasladan de un campamento a otro, sino montan claramente a espinazo de los bueyes.
Los baggaras solo venden sus animales en extrema necesidad o bien para abonar los impuestos.
Con el dinero que sus mujeres consiguen de la venta de manteca por los pueblos, adquieren lo más indispensable para ellos que es té, azúcar o cazuelas.
No suelen vender ni sacrificar sus reses. Esto no se debe a una asociación de sus nombres con los de los animales, como entre los masáis y los dinkas, tribus de pastores negros, sino más bien debido a que ello reduce sus rebaños y rebaja su prestigio.
Los baggaras en la actualidad.
Las relaciones del Gobierno sudanés con estos nómadas jamás han sido buenas, puesto que los baggaras usan como pastos extensas áreas arables y contribuyen poco a la economía nacional.
El Gobierno les grava con impuestos por cada res, pero no declaran ni una tercera parte de las que tienen.
Jamás cuentan las cabezas de ganado que tienen, puesto que traería mala suerte.
La fricción entre los nómadas y el Gobierno ha aumentado al insistir este último en querer enseñar a los pequeños baggaras en las escuelas.
Al estar estas tribus en incesante movimiento ello supone dejar a los hijos en internados.

Para los baggaras, la educación de un pequeño no se halla en los libros, sino más bien en el trabajo del campo y la ganadería.
El pequeño baggara debe conocer los buenos pozos y los pastos convenientes para sus animales, pero entre los cuatro y los once años, cuando el pequeño está en condiciones de digerir los conocimientos que le capacitarán para seguir la vida de su pueblo, el Gobierno intenta arrancarles de esa vida, obligándolos a acudir a la escuela de la urbe.
Tras conocer el entorno ciudadano les resulta bastante difícil retornar y amoldarse a las viejas costumbres de sus progenitores.